SEMANA SANTA DE CALANDA

Del 27 de Marzo al 5 de Abril de 2015

Procesiones, horario e itinerario de la Semana Santa de CALANDA 2015

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Semana Santa de Calanda

Del 27 de Marzo al 5 de Abril de 2015


Desde el inicio de la Cuaresma, todo el pueblo vive con una extraña ansiedad la llegada de la Semana Santa. En las escuelas de tambor y bombo, tanto los niños del Colegio, como de las propias Cofradías, aprenden el manejo de los palillos, la familiaridad con la percusión y la conexión con toda la parafernalia de los redobles, Nadie se encuentra extraño porque las vivencias empiezan desde muy niño.

Es un rito y un recuerdo para la memoria la entrega del primer tambor o del primer bombo, de la primera túnica que se viste; del romper la hora, acompañado del abuelo, del padre y de toda la familia. De la primera noche que se sale a tocar. De ser putuntun a los dieciocho años. De costalero y de aguantar hasta el final. Todo ello imprime carácter y afianza más si cabe, el compromiso con la tradición.

Los redobles son un espectáculo estremecedor. cientos de tambores y bombos suenan durante el Viernes y Sábado santo, poniendo una nota trágica en la celebración de Semana Santa.

Calanda queda convertida durante esos días en un atronador apogeo de redobles que evocan ritos antiguos, llegando a su máxima intensidad en la hora que expiró Cristo, cuando según los Evangelios un terremoto hizo temblar Jerusalén.


El color ornamental se limita al morado de las túnicas y del tercerol. Hombres ancianos, adultos, jóvenes y niños, junto a mujeres de todas las edades, interpretan los sones mostrando su pericia en el batir de bombos y tambores.

No hay silencios en Calanda. La semana Santa se vive bajo el eco profundo, palpitante y misterioso de esta atávica percusión. y en medio de este ritmo trepidante desfilan las procesiones, los putuntunes y Longinos, las hebreas y sibilas, los pasos y las Cofradías. Se evocan autos sacramentales y el pueblo, en medio de este trajín ruidoso, conmemora con piedad la muerte del Redentor.

Las calles de Calanda quedan convertidas en un sentimiento que irradia fe, tradición y amor por la tierra.

Consulte aquí las procesiones de la Semana Santa de Calanda

 

El romper la hora


“Ignoro qué es lo que provoca esta emoción, comparable a la que a veces nace de la música. Sin duda se debe a las pulsaciones de un ritmo secreto que nos llega del exterior, produciéndonos un estremecimiento físico, exento de toda razón. Mi hijo Juan Luis realizó un corto “Les tambours de Calanda” y yo utilicé ese redoble profundo e inolvidable en varias películas, especialmente en “La edad de Oro “ y “Nazarin”.

En la época de mi niñez, no habría mas de doscientos o trescientos participantes. Hoy son más de mil, con seiscientos o setecientos tambores y cuatrocientos bombos.

Hacía mediodía del Viernes Santo la multitud se congrega en la plaza. Todos esperan en silencio, con el tambor en bandolera. Si algún impaciente se adelanta en el redoble la muchedumbre entera la hace enmudecer.

A la primera campada de las doce del reloj de la iglesia, un estruendo enorme como de un gran trueno retumba en todo el pueblo con una fuerza aplastante. Todos los tambores redoblan a la vez. Una emoción indefinible que pronto se convierte en una especie de embriaguez, se apodera de los hombres.................”

Del libro “Mi último suspiro”
Luis Buñuel.



La leyenda de los tambores


El relato que refiere el origen de la percusión en Calanda se encuentra en un libro inédito que escribió José Repolles. El autor cuenta la tradición legendaria  conocida con el nombre de teoría de los pastores y castilletes. Según él todo sucedió en la primavera de 1127 cuando los pocos cristianos calandinos estaban celebrando los actos de la Semana Santa, ignorando que una razzia árabe se aproximaba a la población. La aguerrida morisma, dueña y señora aún del Maestrazgo, se lanzó en numerosa algarada en dirección a Calanda.

Un pastor que cuidaba del rebaño, en las montañas próximas al pueblo, al ver la galopada, empezó a golpear un rústico pandero avisando así del peligro. Esta señal fue oída por otro pastor que a su vez hizo lo mismo, hasta llegar el mensaje a los vecinos que enseguida buscaron refugio seguro. La frustrada invasión hizo que los árabes regresaran a su lugar de origen sin obtener botín alguno.

Aquí acaba la leyenda que da paso a la historia. Los pastores se reunían todos los años el Viernes Santo para recordar el suceso, golpeando pieles curtidas de corderos y cabras, pero en 1550 fray Pedro Merlo, religioso de la Orden de Calatrava prohibió la celebración por no encontrarla propia de la conmemoración religiosa que tenía lugar esos días.

No se volvió a tocar hasta 1640 al día siguiente del Milagro, el 30 de marzo, cuando toda la población marchó jubilosa en procesión hasta llegar a la ermita del Humilladero donde se encontraba una imagen de la Virgen del Pilar. En esa fecha Calanda estaba ocupada por soldados que intervenían en la Guerra de Sucesión, por lo que no es de extrañar el acompañamiento de la guarnición en este cortejo.

Todo esto fue adquiriendo cada vez más importancia hasta llegar a convertirse la actividad de tocar el tambor en una costumbre.

Durante la primera mitad del siglo XX, otro sacerdote, Mosén Vicente Allanegui, también calandino, organizó las procesiones y dio a la percusión un significado con su proclama: “como simbolizando el duelo impresionante de la naturaleza ante la muerte del Creador, un redoble de tambores rompe en Calanda el silencio del mediodía”.


Los redobles


El hábito de Calanda es túnica y tercerol morado. Se toca en cuadrillas aunque últimamente la Cofradía ha desplazado a los grupos.

Existen bastantes redobles, por lo general siempre adaptados al bombo que marca el contrapunto. Hay redobles en los que el ritmo exige mucha entrega, tanto en el tambor como en el bombo, y otros más pausados y fáciles de seguir.

Un buen tamborilero debe presumir de habilidad en las muñecas, temple y buena izquierda para sostener los redobles.

Los toques llevan en algunos casos el nombre o apodo del que los creó, así el Juanete, el Rabalera, el Valenciano o el tío Ramón. Otros son más curiosos como la bombera, correata, el cuatrero y la sinfonía.

Pero el toque más vibrante y peculiar de Calanda es la marcha palillera, que tanto gusta a los turistas. La palillera es una composición inventada por varios tamborileros sobre los años cuarenta del siglo pasado. En su interpretación se mezcla el redoble, el batir los palillos y el remate final que surge con el entrada de los bombos que le da todo el ímpetu musical.

Este toque, tiene que interpretarse con lentitud, y como apunta Buñuel, roza el inconsciente colectivo, se acelera en algunas ocasiones, por la emoción de los tamborileros, desvirtuándose y perdiendo todo el ritmo, desembocando en lo que los calandinos llaman la loca, en el que ya no hay métrica ni compás musical.

El emblemático redoble, es tocado al unísono por tambores y bombos, en el acto final del Sábado Santo, cerrando la percusión penitencial de Semana Santa.



La muerte seca

 

Este patético estandarte ha salido siempre en la procesión del Pregón y el pueblo lo denomina como la “mortiseca”.

Su presencia en el desfile procesional parece ser que proviene de los Carmelitas Descalzos que dejaron su impronta en las celebraciones de Semana Santa. Estos frailes fundaron en 1680 el convento del Desierto, rigiéndose por unas reglas muy severas, donde vivían una exaltación de la Pasión y Muerte del Señor, propia de la mentalidad de aquellos siglos, que ellos asumían en su austera vida, teniéndola siempre presente.

En una de las paredes del refectorio del Convento, aunque muy difuminadas por la erosión de las lluvias, se puede apreciar una procesión en la que aparecen varios frailes, portando un penitente un guión muy parecido al actual, un paño negro con un esqueleto que lleva una guadaña y que representa la muerte-

Desde hace más de treinta años este estandarte lo sacan miembros de la familia Palos Cros, de Calanda.

 


Fuente: www.semanasantaencalanda.com

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