El casco viejo acordona el castillo de este a oeste. El “muro” (hoy calle Santa Bárbara) sigue los pasos de la desaparecida muralla medieval, y el cauce
del Sosa es barrera natural. La ciudad saltó a la otra orilla y creció hasta alcanzar la barrera artificial de la vía férrea. El barrio más peculiar es “El
Palomar”, al norte, al otro lado de los raíles, fruto del desarrollismo de mediados del siglo XX . A Monzón llegaron para trabajar en las fábricas de Hidro
Nitro y Monsanto Ibérica gentes de los más diversos puntos de España, y también de la montaña altoaragonesa, y la carestía de viviendas fue causa de un
“boom” urbanístico, a la postre marcado más por el caos que por la norma. Por así decir, el Palomar “huele” -en el mejor de los sentidos- a
Andalucía, a Extremadura...
Para el caso, lo sucedido el siglo pasado no es más que otro capítulo de la historia de una ciudad conocida desde siempre como “encrucijada de caminos” y
“terreno de aluvión”. Quiere decir esto que Monzón dio casa a pobladores y repobladores, a guerreros y campesinos, a cristianos y judíos, a las comitivas
de los cortesanos, a comerciantes y viajeros, a hombres y mujeres de la península ateridos por la miseria de la posguerra... En suma, es un crisol de
sangres, y esta condición forma parte de su propia personalidad, de su devenir social.
El Bautizo del Alcalde
A la tradición montisonense más singular se la conoce como “El
Bautizo del Alcalde”. Se reedita cada año el 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, patrona de la ciudad, y consiste en el lanzamiento de castañas y
golosinas desde los balcones del Ayuntamiento a la muchedumbre congregada en la plaza Mayor. Hasta bien adelantado el siglo XX también caía alguna peseta.
Los encargados de lanzar los regalos son los concejales, las Zagalas y Zagaletas, algunos invitados...
El 4 de diciembre de 1643, las tropas castellanas reconquistaron el castillo de Monzón que estaba en poder del ejército francés desde el 19 de mayo de 1642
(Guerra de Secesión), y por este motivo Santa Bárbara es patrona de la ciudad. Hasta aquí, la historia. A renglón seguido, la leyenda cuenta que la
población decidió nombrar alcalde, y que la mayoría se pronunció a favor de un hombre recto, cabal... y mozárabe. La confesión religiosa del electo era un
inconveniente, y el conflicto se solucionó cuando aceptó la conversión al cristianismo. Fue bautizado y la ciudad estalló en una fiesta, y desde los
balcones del Ayuntamiento cayeron castañas y dulces...
Y así hasta hoy.
Romería a la ermita de la Alegría
El Lunes de Pascua es día grande en Monzón. Desde el punto de vista festivo, el segundo en
importancia después del 21 de septiembre, festividad de San Mateo, el patrón “popular y oficioso” de la ciudad. El cerro de Lascellas, a dos kilómetros de
la ciudad bajando por la carretera que lleva a Pueyo de Santa Cruz, está coronado por la ermita de la Virgen de la Alegría, y aquí confluyen miles de
romeros en una jornada en la que se dan la mano sentimientos religiosos y ánimos de diversión.
Antaño, los romeros caminaban u ocupaban plaza en carros engalanados (siempre bien provistos de vino y viandas). Luego, los tractores relevaron a las
caballerías; y en la actualidad, los automóviles han desplazado a cualquier otro medio de locomoción. Las horas festivas y de comida campestre se han visto
notablemente recortadas por la prohibición de hacer fuego al aire libre (las parrillas llenas de costillas y longaniza han desaparecido porque lo han hecho
las hogueras). Así, la romería es matinal para la mayor parte de la población, y vespertina para los enfermos y quienes no desean el bullicio de las
charangas y las botas de vino.
En la capilla de la ermita se celebran tres misas (a las nueve, a las doce y a las seis de la tarde), y la tradición impone pasar por el camarín de la
Virgen para besar su manto. Fuera, los peñistas reparten roscón de Monzón y vino, un grupo folklórico canta y baila, y los montisonenses residentes en
ciudades alejadas no paran de saludar a viejos amigos. Cualquiera con orígenes en el lugar, a nada que puede, hace hueco para estar el Lunes de Pascua en
Monzón y subir a la ermita. Arriba, unos dan muestra de su devoción y otros se entregan al esparcimiento. Y juntos están.
San Mateo, fiesta mayor
Las fiestas mayores de San Mateo tienen su origen en la feria de caballerías,
ganado y productos del campo que se celebraba en Monzón el 21 septiembre, día en el que baja el telón el verano. Hoy, los festejos se rigen por los cánones
comunes a muchas ciudades de mediana entidad: peñas, “chamizos” (locales de las pandillas de jóvenes), charangas, pregones, parque de atracciones,
verbenas, conciertos, bailes de madrugada, folklore, revista musical, banda de música, homenaje a los mayores, ofrenda al patrón, fuegos de artificio,
“pobre de mí” y cierre.
Desde el inicio de la década de los ochenta (ya consolidada la democracia y fraguado el movimiento asociacionista de los ciudadanos), el programa del
Patronato Municipal de Festejos lleva el marchamo de “sin taquillas”, es decir, verbenas y conciertos gratuitos. Las peñas son innumerables, y las más
potentes están agrupadas en el colectivo “Monzón qué demasiao” que organiza los Bailes de Madrugada. Por su parte, la Asociación Recreativa y Cultural “San
Mateo” dispone de un impresionante local social y programa de verbenas propio. El domingo anterior a la semana festiva, en la plaza Mayor son
coronadas las Zagalas y Zagaletas (representantes de los barrios y los colegios) y se leen los pregones oficial y baturro, y el día de la víspera (martes)
el Desfile de Carrozas recorre las principales arterias de la ciudad.
Santa Bárbara, la “fiesta pequeña”
El calendario religioso dedica el 4 de diciembre a Santa Bárbara, patrona de Monzón por los motivos apuntados en el párrafo dedicado al Bautizo del
Alcalde. La fiesta, sin embargo, pasa hoy prácticamente desapercibida a efectos laborales y de programación de verbenas porque estos aspectos son monopolio
de San Mateo. Así, los nuevos tiempos han configurado un guión vespertino que aglutina tres actos bien dispares: el Bautizo del Alcalde, el encendido
oficial de la luminaria navideña por las autoridades (fruto de la colaboración del Ayuntamiento y la Asociación de Comercio) y la inauguración del Belén
Monumental de Monzón y el Cinca Medio de la Asociación Belenista “Isaac Lumbierres” (montaje que se puede visitar hasta el Día de Reyes, y que tiene gran
eco social y mediático por sus dimensiones, la riqueza del decorado y la variedad de figuras; en el apartado “Cultura” hay más información).
A las nueve de la noche, Monzón despide a Santa Bárbara con fuegos artificiales y el “Toro de Fuego”, tradición esta última en la que no peligra la vida de
ningún astado: una persona empuja un armatoste de madera que emula a un toro y va cargado de elementos pirotécnicos, y los más atrevidos lo citan y
corretean a su lado. Y no hay más. La aclaración viene a cuento porque no será la primera vez que una revista de defensa de los animales nombra a Monzón
como “ciudad en la que se tortura a las reses”. Tal gazapo no debe volver a colarse en ninguna redacción.
Ferias y salones
El Patronato de la Institución Feria de Monzón (IFM) clausuró en 2003 la etapa de la feria comercial e industrial Expocinca que arrancó en 1988 con el
nombre de Fercomex (muestra multisectorial organizada en torno al 23 de abril, festividad de San Jorge) y apostó decididamente por los salones
monográficos. Entre otras cosas porque tenía como referencia la excelente experiencia de la Feria del Libro Aragonés (en el puente de la Constitución).
Así, Expocinca desapareció del calendario y le tomaron el relevo cuatro citas “especializadas” (el listado tiene vocación de crecer): el Salón de Novios y
Comuniones “Si, quiero” (enero); “Arteria”, Feria de Arte Contemporáneo (el fin de semana más próximo al 23 de abril); “Replega”, Feria del Coleccionismo
(primera semana de septiembre); y la citada Feria del Libro Aragonés que en 2005 alcanzó su undécima edición.
“Arteria” y “Replega” son certámenes consolidados por la numerosa presencia de expositores y público. La
Feria del Arte reúne a artistas reconocidos y noveles (muchos de éstos agrupados en Escuelas de Pintura locales o comarcales), y sorprende con ambiciosas
exposiciones de contenido internacional, “performances”, vídeos y cónclaves de grafiteros y otros artífices del arte “urbano”. Por su parte, “Replega” se
ha erigido en punto de encuentro de coleccionistas aragoneses y catalanes (también de otros puntos de España), y sin gran parafernalia ya se lleva nota de
sobresaliente por la gran actividad que registra la Nave de la Azucarera durante las dos jornadas feriales.
La Feria del Libro Aragonés, nacida en 1995 y bien consolidada a caballo de los dos siglos, es referencia de los editores y
escritores aragoneses en las fechas festivas de la Constitución y la Inmaculada. Durante tres días, el escaparate de la producción de más de treinta
editoriales públicas y privadas, la presentación de medio centenar de libros, y las exposiciones que tienen que ver con cualquier aspecto de la cultura o
las tradiciones aragonesas, hacen de Monzón capital regional. El público refrenda la oportunidad de la FLA con su visita y la compra de volúmenes, y la
Institución Ferial se esmera en arropar cada edición con un envoltorio distinto: Libro Infantil, Libro Antiguo, Libros de la Corona de Aragón, las
Tres Culturas (rememoración en 2005 de la convivencia medieval del Crisitinanismo, el Judaísmo y el Islam)...
Por último, “Tradizions”, Feria de Artes y Oficios Tradicionales y Cultura Popular, se celebra un fin de semana de octubre.
Para ampliar la información relativa a los salones y establecer contacto con la Institución Ferial de Monzón, lo más apropiado es visitar la
webwww.ifm.es