LECTURA DEL CANTAR DE ROLDÁN 2013 EN RONCESVALLES

15 de Agosto de 2013

 

Lectura del Cantar de Roldán 2013 en Roncesvalles.

15 de Agosto de 2013.

 

Orreaga/Roncesvalles es el escenario donde cada 15 agosto se recuerda la cruel batalla en la que ese mismo día pero en el año 778 la retaguardia del ejército del emperador Carlomagno halló la muerte en los espinosos bosques de "Ronzesbal". 

Aquel hecho histórico fue glosado largamente en los cantares de gesta medievales, siendo uno de los poemas épicos más bellos de la época "La Chanson de Roland" que llevó el nombre de Roncesvalles por toda Europa. 

Sucedió que tras destrozar las murallas de Pamplona a su regreso de Zaragoza, el emperador Carlomagno posicionó a sus mejores hombres en la retaguardia del ejército, comandada por Roldán y los doce pares. Los celos del traidor Ganelón hacia su hijastro Roldán le llevaron a venderle al enemigo. 

Así fue como el desfiladero de Roncesvalles se tiñó de sangre a causa de la cruenta batalla entre sarracenos y franceses. Al ver diezmado su batallón, Roldán hizo sonar su olifante. Carlomagno escuchó el escalofriante sonido lleno de angustia, pero Ganelón le tranquilizó y disuadió para que no acudiera a socorrerle. No obstante, Carlomagno no se dejó embaucar y emprendió la marcha para derrotar al enemigo al lado de su sobrino. La ayuda llegó demasiado tarde y el emperador halló un paisaje desolador cubierto por el manto de la muerte. Apesadumbrado, Carlomagno juró venganza mientras sostenía en sus brazos el cuerpo de su querido Roldán.

En recuerdo de aquel suceso y de tan magnífica obra, cada 15 de agosto es posible leer y/o escuchar cómo perecieron el valeroso Roldán y los doce pares de Francia.

He aquí algunos párrafos del Cantar:

"...Han quedado en España los doce pares; y con ellos veinte mil franceses que no conocen el miedo ni temen a la muerte. Ganelón, el villano, lo ha traicionado...

Oliveros ha trepado hasta una altura. Sus ojos abarcan en todo el horizonte el reino de España y los sarracenos que se han reunido en imponente multitud. 

-¡Roldán, mi compañero, tocad vuestro olifante! Carlos habrá de oírlo y volverá con el ejército; podrá socorrernos con todos sus barones. 

-¡No permita Dios que por mi culpa sean menoscabados mis parientes y que Francia, la dulce, arrostre el desprecio! -replica Roldán-. ¡Más bien habré de dar recios golpes con Durandarte, mi buena espada que llevo ceñida al costado!

Topáronse los dos ejércitos. El combate es magnífico, la lucha se torna general. El conde Roldán desnuda a Durandarte, su buena espada. Espolea a su caballo y acomete a Chernublo. 
-¡Hijo de siervo! ¡En mala hora os pusisteis en camino! No será Mahoma quien os preste su ayuda. ¡Un truhán como vos no habría de ganar una batalla! 

La batalla se ha tornado encarnizada. Francos y sarracenos cambian golpes que es maravilla verlos. ¡Son tantos los buenos franceses que han perdido sus jóvenes vidas! Llorará por ello, y gemirá Carlomagno; Mala faena le hizo Ganelón, el día en que se fue a Zaragoza para vender a sus fieles.

-¡Dura es nuestra batalla! -dice Roldán-. Tocaré mi cuerno y el rey Carlos lo escuchará. 

-¡No sería propio de un valiente! -dice Oliveros-. Cuando yo os lo aconsejé, compañero, no os dignasteis escucharme. Si el rey hubiese estado aquí no sufriéramos quebranto alguno. Los que ahora yacen no merecen reproche. Por mis barbas, que si me es dado retornar junto a Alda, mi gentil hermana, ¡jamás habréis de reposar en sus brazos! 

Roldán lleva el olifante a sus labios. Lo emboca bien y sopla con todas sus fuerzas. Carlos lo oye: 
-¡Han trenzado combate los nuestros! 
Y Ganelón responde: 
-Si otro fuera quien tal dijese, ciertamente se le tacharía de gran embustero. 

El conde Roldán tiene la boca ensangrentada. Se le ha roto la sien. Toca su olifante dolorosamente, con angustia. Responde el duque Naimón-. Estoy seguro de que ha trenzado batalla. El mismo que lo traicionó intenta ahora que faltéis a vuestro deber. Tomad las armas, clamad vuestro grito de guerra y corred en auxilio de vuestra buena mesnada. Harto lo oís: es Roldán que pierde esperanzas.

El conde Roldán pelea noblemente, mas siente en su cabeza un dolor violento: al hacer resonar su olifante, se rompieron sus sienes. 

Resuenan sesenta mil clarines, y tan alto que retumban las cumbres y responden las hondonadas. 

Ha muerto Roldán; Dios ha recibido su alma en los cielos. El emperador llega a Roncesvalles. 

-¿Dónde estáis, gentil sobrino?¿Dónde están los doce pares que aquí dejé? 

Carlomagno ha llegado a Roncesvalles, y vierte llanto por los muertos que allí encuentra. 

-Señores -dice a sus franceses-, id al paso, porque es necesario que me adelante a vosotros, por mi sobrino, que anhelo encontrar. Oí decir a Roldán que si había de hallar la muerte en un reino extranjero, se adelantaría a sus hombres y sus pares en terreno enemigo, y se lo encontraría con la faz vuelta hacia el adversario: así habría muerto victorioso, el esforzado.

Sobre tres rocas reconoce los golpes de Roldán y entre la hierba verde contempla a su sobrino que yace Baja del caballo, acude corriendo. Entre sus manos toma el cuerpo... Tanto lo abruma la angustia que sobre él se desmaya..."